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Por un 2017 de sonrisas

Ahora que se acaba el año y que los balances inundan las redes me es imposible no escribir algo. Echar la vista atrás y decir cómo ha sido este 2016 que ya agoniza no me resulta sencillo, será por eso de la memoria selectiva que vamos desarrollando a medida que crecemos para poder seguir adelante (al menos yo he trabajado duro para ello y oye, me da resultado porque al final se trata de eso, de vivir).

Por eso me resulta difícil valorar este año. Supongo que podría decir que no ha estado mal, o que podría haber sido mejor, que pude hacer algo porque fuera diferente…no sé, el caso es que ha sido como ha sido y lo importante es que no podemos quejarnos. 2016 ha sido un año cargado de cambios, de risas, de llantos, de abrazos que reconfortan, de despedidas (hasta luego y algún que otro adiós), de reencuentros, de amistad, de sustos, de nervios, de virus, de crecimiento y aprendizaje, de rabietas, pesadillas y adaptación. Un año en el que las canas empiezan a reclamar su parte de terreno, los 33, la remontada…En 2016 hemos reforzado eso de que hay que dejar pasar para seguir viviendo, doce meses de replanteamientos, de reinvención. Abuelos, primos, tíos, amigos,… Un año de nuevo colegio y nueva guardería, de un nuevo idioma (o viejo conocido).Granada, Monachil, Cádiz, San Fernando, Tarifa, El Palmar, Copenhague, Valby…afortunados nosotros, muy afortunados. Y juntos, porque juntos es mejor.

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En fin, un año bonito, como casi todos y no se me ocurre quejarme, porque no tengo derecho, soy consciente de eso desde siempre y desde la pasada noche un poquito más. Os cuento, anoche como manda la tradición por estos lares la gente no dejaba de lanzar petardos, fuegos artificiales en cualquier punto de la ciudad (y miedo me da esta noche, la Noche Grande). Sería la una y media de la madrugada cuando desde la puerta de nuestro edificio empezó el espectáculo, con sus consiguientes reacciones en casa: sorpresa, enfado, llanto …pero sobre todo miedo. Los niños se despertaron con MIEDO, llamándonos asustados, y tuvimos que consolarlos, explicarles y abrazarlos muy fuerte. Al final, esta noche terminamos colechando (nada nuevo ni nada malo, encantados).

Fue fácil, pero yo no pude retomar el sueño de la misma manera. Tan sólo eran fuegos artificiales y estaban muertos de miedo. Y yo me preguntaba ¿qué sentirán esos niños que viven en mitad de una guerra o esos padres y madres? No sé qué es peor… Pero ese miedo nosotros no podemos sentirlo, quizás por eso no hacemos nada. Quizás por eso hay quien se atreve a juzgar y poner piedras en el camino de aquellos que tienen que abandonarlo todo, en mitad de la noche, con niños asustados a los que poco o nada les importa qué día es hoy.

Y como ‘parece’ que no nos importa porque ‘parece’ que no podemos hacer nada (entiéndase el modo ironía), hoy como cada 31 de diciembre nos tomaremos las uvas y brindaremos porque 2017 sea igual o mejor que éste, porque nos regale salud y muchas horas con aquellos a los que queremos. Y ojo! Yo brindaré y reiré, pero creo que si todos levantamos la voz es posible conseguir algo. Está claro que tenemos el poder de unirnos y pelear por lo que creemos, ejemplos recientes lo demuestran. Y estoy segura de que estamos convencidos de que lo que ocurre en Siria debe acabar ya (entre otros muchos horrores de este mundo nuestro).Seguro que entonces 2017 sí sería mejor que 2016, un año para muchos repletos de tinieblas, de guerra, de sufrimiento, de pasividad,…

Lo que ocurre ahora es historia contemporánea, lo estudiarán nuestros hijos y no sé qué responderemos cuando sus preguntas nos hagan sentir vergüenza. Por eso, nadie sabe qué sorpresas nos deparará 2017 pero sí cómo queremos afrontar nuestra vida.Yo no quiero sentir más vergüenza así que a partir de mañana en esta casa trabajaremos para hacer algo más que levantar la voz de vez en cuando por aquello que no nos parece justo.

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Ellos son el presente y el futuro. Los de aquí y los de allí, todos.

Por lo demás, no aspiro a grandes planes porque luego va la vida y te los cambia (al menos conmigo lo hace a menudo). Pero sí tengo objetivos, claro. Algunos los dejaré para mí pero otros los comparto, así si no los cumplo estáis autorizados a regañarme, y son: intentar ser menos cascarrabias (la edad a mí no me ayuda en eso jeje), trabajar más la paciencia y escribir regularmente en este blog que tengo abandonado. Lo de hacer ejercicio lo convalido por el uso de la bici como medio de transporte 🙂

Que disfrutéis de esta noche y de todas las noches de vuestra vida. Un 2017 cargado de salud para todos :*

 

Hace casi 4 años…

Yo no quería tener hijos. O tal vez sí. En realidad era algo que sabía que al final desearía pero nunca estuvo en mis planes más inmediatos, como sí lo estuvieron otras cosas. Quería volar, viajar, alcanzar muchas metas -las cercanas, las del medio y las más lejanas-. Todo lo habido y por haber quería. Todo, menos formar una familia, no al menos a corto plazo: “para tal responsabilidad hay que estar más que preparado, ser mínimamente estable económicamente, ser fuerte, dejar a un lado los sueños, los planes, olvidarse de vivir el presente y tener la mente en el futuro”…. Todo eso creía yo que era ser mamá, algo así como renunciar ¡para qué engañarnos!. Sin embargo un día, allá por 2010 todas esas prioridades, sueños y metas cambiaron de golpe. Después de años de seguimiento y tratamiento llego el NO, el tan temido NO. Y ¿no os ha pasado que cuando os dicen que no podréis conseguir o tener algo es cuando más lo anheláis?. A mí me dijeron que me olvidara de ser mamá -mamá biológica, digo- y fue entonces cuando me asaltaron los porqués: por qué yo no puedo, por qué he esperado, por qué a mí… Esas cosas que nos preguntamos cuando no vemos la salida sin darnos cuenta de que hay otras soluciones. Entre preguntas sin respuesta, altibajos y noches en vela, mientras el proceso médico seguía su curso, nos pusimos a barajar esas otras posibilidades de dar amor, que son muchas y necesarias. Pero pese a todo pronóstico, el resultado de la cirugía salió perfecto, algo que ni los mismos médicos podían imaginar (a veces la ciencia es caprichosa para bien). Tampoco yo lo creía. Tardé meses en hacerme a la idea de que ese 99% de negatividad se había convertido en un porcentaje positivo. Era hora de intentarlo, de buscarte.

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                                     [Foto realizada por el abu hace 4 años 🙂 ]

Y aquí estamos. Hace casi 4 años conocí a mi persona favorita, la que me enseñó que sí hay cosas y sentimientos eternos, la que dio sentido a la palabra ‘SIEMPRE’. Hace casi 4 años llegaste a nuestras vidas, a la mía, y contigo todo lo bueno que ni siquiera podía llegar a imaginar. A tu lado he aprendido que ser mamá conlleva una renuncia que asumo gustosa: la de dormir poco o nada, reducir el tiempo de descanso, limitar los momentos de soledad -soy de esas personas a las que les gusta estar sola de vez en cuando, qué le vamos a hacer-, asustarme por casi todo… Pero aunque sarna con gusto no pica también contigo he sido testigo de otra realidad que afecta a las mujeres, algo que ha sido así desde el inicio de los tiempos y que por desgracia avanza a pasos de tortuga. Es algo injusto y que no imponéis vosotros, los hijos. Hablo de la renuncia de las mamás a la vida laboral, a medrar, a seguir creciendo profesionalmente … No es obligatorio, claro, pero hoy en día si eres madre y quieres ejercer como tal el tiempo necesario para tus hijos y para ti…la cosa se complica, al menos si trabajas para ‘alguien’.

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                              [SIEMPRE, qué gran palabra y qué gran suerte la mía]

Y he aquí el problema, ya que si decides trabajar por cuenta propia-montar un negocio- tampoco encuentras el apoyo necesario ni suficiente. Así que hoy, a casi 4 años de tu nacimiento, con un nuevo camino por delante y después de habérmelo pensado mucho he de decir que sinceramente, me da igual quién gobierne este país, no me gustan las siglas ni los colores y llegados a este punto la palabra de quien ostenta el poder vale muy poco para mí; el trabajo y las metas profesionales cambian de posición en la lista de prioridades en el momento en el que tienes un hijo, es así para todas aquellas que somos y nos sentimos madres (también para los padres, pero hablo desde mi posición), sin embargo el hecho de renunciar es algo que no elegimos y a lo que no queremos hacer frente, al menos yo no estoy dispuesta, ‘yo no renuncio’. No es ningún secreto que en este nuestro país una mujer lo tiene muy complicado si quiere -¿cómo es eso tan de moda? ¡Ah, sí!-: CONCILIAR, o lo que es lo mismo sentirse completa, ver crecer a sus hijos al tiempo de seguir disfrutando de su trabajo y haciendo prosperar a su país.

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Así que sólo espero, señores gobernantes, que cuando mi hija sea madre (si quiere) no tenga que renunciar a seguir creciendo como profesional, que no sea necesario pedir una reducción de jornada, con su correspondiente reducción de salario, para poder ver y criar a sus hijos, que los horarios y las jornadas continuas están establecidas en otros países y FUNCIONAN, que la baja por maternidad deje de ser ridícula, que mi hija o mi hijo, o los hijos de mi hermana, de mis amigos, de mis vecinos,… que los hijos de los españoles no tengan que dejar su país buscando un empleo y una vida que sus gobernantes son incapaces de darles.

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                 [Con un poquito más de ‘LOVE’ lo mismo cambiaba la cosa]

Ahora somos nosotros los que empaquetamos nuestra vida y nuestros recuerdos -otra vez-, y de nuevo hacemos las maletas llenas también de ilusión y optimismo. Ahora somos nosotros quienes dejamos el barco, jóvenes formados gracias al esfuerzo de padres y madres que nos convencieron de que estudiando tendríamos un futuro. Y precisamente gracias a nuestros padres y madres hoy vamos en busca del mismo, aunque sea lejos de nuestro país y de nuestra gente, porque ellos nos ofrecieron las herramientas necesarias para conseguirlo. No importa la distancia, no se nos caen los anillos y no es un lamento, de hecho nosotros tenemos suerte.

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        [«Si quiero me voy pero si me apetece quedarme… ¿qué hacemos?»]

Pero señores gobernantes, hace casi 4 años que soy madre y no quiero que la historia se repita, no quiero que mis hijos tengan que hacer las maletas, no al menos si no es lo que desean, que lo hagan si quieren pero no porque no tengan otra opción. Así que, señores gobernantes, sean del partido que sean -ya les digo yo que eso me da igual-, hagan lo que tienen que hacer, gobiernen y dirijan el barco a buen puerto. ¡Y ojo! Háganlo rápido porque este país que tanto queremos se nos hace viejo.

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   [El camino hay que saborearlo aunque haya sentimientos encontrados]

Y dicho esto, gracias a mi persona favorita hace casi 4 años que tengo -tenemos- más sueños, más ilusiones, más ganas y menos metas, porque Vita via est; la vida es un camino y hay que disfrutar de cada paso, poco a poco, sin prisas por llegar a ninguna parte. Si antes era capaz de todo puedo asegurar que ahora no hay quien me pare, porque soy mamá -la vuestra- y, ¡madres del mundo!, a nosotras no hay quien nos pueda 🙂

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                                                [Hace casi 4 años…]

Yo era de las que por voluntad propia no quería tener hijos y ahora no concibo mi vida sin ellos. Me sentía satisfecha antes y me siento feliz ahora. Sólo hay una cosa que cambia y es que sobre mis principios, mis sueños, mis retos o mi vida está la suya, la de los dos. Y es cierto, ¡vaya responsabilidad! Da vértigo, para qué negarlo, pero por eso soy más capaz y tengo menos miedo (y más, según el momento y la circunstancia) porque no importa lo que pase o el tiempo que pase, por ellos todo irá bien, SIEMPRE.

Hace casi cuatro años que lo cambiaste todo, que lo pusiste del derecho, que le diste un nuevo sentido a la vida y me enseñaste el camino…y hoy no encuentro mejor motivo para volver a escribir.

En busca del rico desayuno…

Hoy me he levantado con ganas de empezar bien la semana, y lo primero que ha venido a mi cabeza es un buen desayuno, es una de esas buenas costumbres danesas que intento mantener. Así, mientras me preparaba el bol de yogur con un poco de `de todo´, he recordado que aún no os he hablado de nuestro reciente descubrimiento: La Barbería, el lugar que se ha convertido en uno de nuestros favoritos a la hora de desayunar rico, bonito, sano y con vistas. ¿Qué más se puede pedir? ¡Ah, sí! Que no está nada mal de precio.

Está en Monachil y lo encontramos un día mientras hacíamos nuestro recorrido matutino para activarnos antes de ponernos con la rutina. En lo que dura el paseo que va del Barrio de la Vega hasta el pueblo de Monachil hay tiempo suficiente como para que el cuerpo te pida un café (al menos a mí me ocurre), así que este lugar nos viene como agua de mayo siempre que elegimos esta ruta. Un camino que nos permite hacer ejercicio, respirar aire puro y disfrutar de maravillosos paisajes.

Al fondo del valle encontramos el pueblo de Monachil. Tras muchos años viviendo en Granada, a nuestra vuelta de Copenhague decidimos alejarnos un poco más de la ciudad con el fin de encontrar algo más de tranquilidad para los peques. Desde siempre nos había gustado este pueblo por su entorno, y finalmente elegimos el Barrio de la Vega por las referencias que teníamos del mismo y por el colegio, que nos pareció el ideal para la enana.

Tras  veinte minutos a pie, que son los que separan al barrio del pueblo, descubrimos La Barbería. A simple vista no nos pareció un lugar en el que sirviesen desayunos, sino más bien bar de tapas, comidas e incluso un pub. Lo bueno es que resulta serlo todo a la vez.

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Colorido, alegre y con un ambiente que invita a sentarse y disfrutar de las vistas del valle, en este lugar encontramos una gran variedad de cafés, zumos y, lo mejor, de tés, porque también es tetería!

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Sin embargo, personalmente lo que más me gusta es que más allá de la mixta o la catalana (que me chiflan, pero a veces apetece otra cosa) tienen ingredientes variados para las tostadas. Nosotros nos hemos vuelto fans incondicionales del pan de semillas con tomate, aguacate, queso fundido, salsa tahini en el caso del papá y gomasio en el mío. ¡uhmmm, me están entrando ganas de desayunar otra vez! 🙂

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Los detalles también están muy cuidados, es de esos sitios que parece que no pero sí. Tanto dentro como fuera, aunque nosotros siempre que podemos preferimos el exterior, también es más cómodo si vas con niños, porque eso sí, el sitio no es muy grande.

Lo que aún no hemos probado es la carta de comidas, pero tiene muy buena pinta, con opciones que a veces cuesta encontrar. Y es que a veces las cosas están donde menos lo esperas, más cerca de lo que imaginabas. Sólo hay que saber mirar 🙂

Otro día, os hablaré de La Qarmita, otro rincón ideal en el centro de Granada. Porque café y libros siempre fue una excelente combinación.

¡Por cierto! Lo olvidaba, en La Barbería premian el café o té con tapa dulce: croissants con crema de vainilla. Lo dicho, creo que me voy a preparar otro desayuno!!!

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Feliz semana!

Las chicas son guerreras

Princesas, sí, pero guerreras. Al menos así somos las chicas en esta casa. La mamá lo ha sido siempre y la pequeña vikinga ha tenido a bien heredarlo, y digo a bien porque le va a hacer falta en la vida. Que no se me entienda mal, o a ver si puedo explicarme mejor: guerrera no como sinónimo de ‘peleona’, más bien de fuerte, valiente, terca también a veces pero a sabiendas de que si quiere puede y podrá. Y yo lo único que espero es que quiera lo que quiera, luche por lo que luche, que lo haga convencida de que será su felicidad. Y si no lo es, a otra cosa mariposa. Ojalá adquieran, tanto ella como él, esa capacidad que pocos poseen y yo envidio.

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El párrafo, un poco ñoño, me sirve para introducir este post que llega un poco tarde como inauguración del 2016. Tres meses sin contaros nada son muchos meses, y no por falta de temas, que es lo peor; más bien por todo lo contrario. Sin embargo, han sido y son tantas las situaciones vividas que no sabría por dónde empezar. Aún hay ideas intentando organizarse en mi cabeza así que, hasta que el tetris de pensamientos no esté en su sitio, prefiero no tocar nada… Ahora mismo todo es un poco caos!!

Los planes con los que empiezo este año son los mismos que me acompañaban en la despedida al 2015. 365 días que nos regalaron a nuestro pequeño León y muchos momentos únicos, tanto buenos como regulares.

Por eso, mi propósito para este 2016 es volver a tomar conciencia de quién soy. No es que no lo sepa sino que pocas veces me dedico tiempo, y últimamente me he perdido un poco. Es algo que nos pasa a casi todos y todas, nos preocupamos tanto y tan a menudo por lo que ocurre a nuestro alrededor que nos dejamos ir. Dos veces en mi vida he tenido pleno conocimiento de mi ser, de mi persona y de mis anhelos. Conocimiento de lo que quiero y de lo que ando persiguiendo, eso a lo que no llego jamás porque me empeño en lo que la vida, la sociedad, la cultura  o yo misma a veces he creído que era lo mejor. Y tal vez lo haya sido, pero ¿era lo que quería? La segunda de esas veces en la que me encontré conmigo misma, de frente y sin máscaras, fue gracias al yoga y la meditación. No tengo aquí a Sandra para ponerme las pilas pero prometo empezar a remediarlo 🙂

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Debería ser el momento de poner en práctica eso que espero que hagan mis hijos el resto de sus vidas: ser felices consigo mismos. Así que el mejor momento para coger aire profundo y emprender nuevas ideas es ahora, porque además el tiempo para llevarlo a cabo se me ha planteado así, solito, sin que haya tenido que hacer nada. Vamos pues a cambiar el rumbo, que no la compañía. Cambios pequeñitos, que darse un gusto de vez en cuando no hace daño. Podríamos establecer un décalogo de buenas intenciones para con nosotros mismos en este 2016. El mío sería algo así:

1.Recuperar los buenos hábitos adquiridos en el frío y precioso norte de Europa. Desayunar bien no puede ser una excepción, tendrá que convertirse en la norma número 1 de cada día. Y si además de rico es bonito, mejor que mejor.

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2.En mi agenda, a partir de ahora, habrá tiempo para más paseos, más aire puro, más escritos, más lecturas, más dejar volar a los pensamientos y caminar a los pies.

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3.Rodearme de cosas bonitas y bien hechas, inspiradoras. Norma obligatoria porque ¡cómo cambia la historia cuando al mirar a tu alrededor todo está hecho con gusto! Olé por los rincones con encanto.

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4. No agobiarme más de la cuenta cuando las cosas no salgan como pensaba. Y sobre todo, no descargar la furia contra quien nos coge de la mano cada día y camina a nuestro lado.

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5. Importante. Más susurros y menos gritos, más paciencia y menos prisas. Más abrazos, más canciones, más música, más silencios y menos palabras vacías. Porque la suerte también depende de cómo afrontemos la vida. Y ellos serán mañana como somos nosotros ahora.

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6.Fundamental, más calidad en el tiempo que pasamos juntos y más tiempo que pasar en familia.

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7. Levantarse y acostarse SIEMPRE con una sonrisa. Hay motivos más que suficientes.

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8.Menos retos y menos metas. Tomarse con calma los días. Es difícil estar a merced de ‘lo que venga’, y aunque hay que seguir trabajando para conseguir una correspondencia entre ‘lo que venga’ y ‘lo que queremos conseguir’, prometo intentar abrazar los cambios con menos angustia y con más calma. Nunca con resignación. Pero asumir que no todo está en nuestras manos y que no tenemos el control, seguro me hará más libre. Porque no todo puede ser como pensábamos que sería, muy probablemente sea aún mejor. El truco está en no dejar de caminar, por donde sea y como sea, seguir adelante y disfrutar de cada paso.

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9.Si no se puede llevar el timón, lo mejor es dejar las melenas al viento e ir donde nos lleve el destino…

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10.Sea donde sea, sea como sea… juntos es mejor. Bienvenido 2016. Aquí estamos, para lo que gustes.

Lo dicho, son buenas intenciones 😉 Ahora a ponerlo en práctica. Os iré contando!!!

Besos!

Abrazando los cambios. De norte a sur

Puede sonar típico, pero es verdad. Nos pasamos la vida planificando el mañana, preocupándonos por cosas que aún no han pasado y que tal vez no sucedan jamás, estresados, enfadados, con el ceño fruncido… y entonces, nos olvidamos de disfrutar el momento. Carpe diem, que se dice…

La vida en Copenhague acabó por ahora, ¿quién sabe qué nos depara el destino a la vuelta de la esquina? De nuevo en el sur, la puesta al día no nos resultó muy complicada al principio. Teníamos nuestra vida hecha aquí y al final hemos estado fuera menos tiempo del que pensamos que sería, con lo cual nada ha cambiado demasiado. O al menos eso pensaba en un principio… Al final, se trata sólo de seguir adelante.

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Algo ya es diferente. NOSOTROS. Nunca hemos sido de esas personas cuyo arraigo a un lugar les impidiera alejarse del mismo lo suficiente, y ser feliz. Hablo por mí, y me atrevería a decir que Álvaro piensa igual, pero no voy a poner voz ni letras a sus pensamientos o emociones. Yo no creo en las fronteras, ni en los determinantes posesivos. Nací en Cádiz y me encanta esa tierra, pero no por ser mía, puesto que no lo es, en realidad soy yo quien en parte le pertenezco, al igual que pertenzco a Granada, a Sevilla, a Copenhague… y a todo aquel lugar en el que sea capaz de encontrarme conmigo misma y sentirme feliz, plena.

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Así que, si antes ya me sentía ciudadana del mundo, ahora que mi mente se ha abierto aún más, ese sentimiento ha crecido y siento la necesidad de verlo todo desde distintas perspectivas. Es algo constante. A veces me gustaría ser diferente y no tener la necesidad de estar continuamente cuestionándome todo, con ese deseo de cambiar, ese inconformismo permanente, inventando siempre algo nuevo, huyendo de cadenas y amarres, soñando demasiado… Pero entonces me paro a pensar y descubro que Vega es exactamente así, y precisamente eso es lo que más me gusta de ella. Con todo lo malo y todo lo bueno que conlleva ese tipo de personalidad.

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Salir de nuestra zona de confort es necesario. Y utilizo esta expresión como sinónimo del lugar en el que todo nos es conocido, fácil, o rutinario, porque la rutina al final termina siendo sencilla de seguir. Tal vez no tengamos las mejores condiciones económicas, personales o laborales en ese lugar del que no queremos salir, pero es muy común eso de conformarse porque «mejor malo conocido que bueno por conocer». Pero, ¿y si lo que estás por conocer es lo mejor que te puede pasar en la vida, lo más gratificante que le puedes enseñar a tus hijos? Abrir sus mentes, borrar sus miedos, convertirlos en seres capaces de adaptarse y encontrar la felicidad en aquello que hagan, sea donde sea. En mis sueños, hay noches en las que me veo paseando entre sus calles, viviendo en la línea del tiempo como si aún no hubiéramos regresado. Y es que un trocito de mi corazón vivirá allí por siempre. He ido retrasando el momento de escribir este post durante meses, quizás con la esperanza de no tener que hacerlo. Pero ha llegado la hora, y desde hoy este espacio pasará a ser Mi momento, esté donde esté.

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Copenhague me ha regalado muchos de los mejores momentos que recordaré toda mi vida y a grandes personas que se quedarán en ella por siempre. Pase lo que pase mañana, hoy toca vivir el presente, así que si decidís seguirme…

Bienvenidos a mis crónicas y divagaciones sobre la vida. Bienvenidos a Mi momento 😉

P.D. A partir de ahora, a las ocurrencias de la pequeña genio se suman también las sonrisas del enano número dos, pero segundón sólo en orden de llegada. Para todo lo demás, tan número UNO como su hermana. Mil besos!!!!

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Sol y nieve. Perfecta combinación.

Despertarse, mirar por la venta y verlo todo cubierto de blanco…Para los que somos del Sur, acostumbrados a ver el mar, ésta es también una maravillosa estampa que invita, sin duda, a salir a la calle a disfrutar de la jornada, y si además el cielo nos regala un estupendo sol, no hay excusa posible que nos deje en casa.

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Con resfriado familiar, pero bien abrigados, saborear un maravilloso día de nieve es un fantástico plan, sobre todo ahora que empieza a oscurecer más tarde. ¡Cada rincón imaginable se ha vuelto blanco! Cierto es que no es la primera vez que vemos nevar pero no habíamos pasado de una nevada intermitente o leve. En Granada también hemos disfrutado de la nieve en plena ciudad, aunque no de la misma forma. Aquí no es algo esporádico, sino lo habitual. Al parecer, este año está siendo bastante suave y el invierno se está portando bien.

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Con dicho panorama en el exterior, es fácil conseguir que toda la familia se ponga las pilas en tiempo récord y salir a la calle para no perder detalle, ¡como si por tardar unos minutos más la nieve fuera a desaparecer! En estas ocasiones, Frederiksberg Have es siempre nuestra primera opción, ya que está cerquita de casa, tiene explanadas inmensas de vegetación, lagos, patos y cuestas para deslizarse con los trineos. Porque sí, ¡ya tenemos trineo! los Reyes Magos no pudieron atender esta petición de la pequeña pero el asunto ya está resuelto. En él caben dos personas y es de color rosa, claro 🙂 Con todo lo necesario para el disfrute, lo primero siempre es coger nuestras bicis y retirar la nieve de ellas.

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En una salida a la nieve hay algo imprescindible, además de jugar a lanzar bolas, y es hacer un muñeco de nieve. Más aún cuando hemos visto Frozen como unas quince veces y la canción ‘Hazme un muñeco de nieve’ (con diálogo incluido) es la preferida por tu hija. Con zanahoria en el bolso y algún que otro detalle más, padre e hija dieron forma a nuestro particular Olaf: un muñeco regordito y con pelo pincho cuyo cuerpo se hizo realidad gracias a los trucos del papi para hacerlo (yo no sabía que hacer un muñeco de nieve tenía su técnica, oye, pero la enana aprendió rápido y la cabeza de Olaf fue cosa suya).

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Cuántas veces, como padres, no habremos pensado o dicho eso de «ojalá esto hubiera existido, o hubiera podido disfrutar de aquello, o cuánto habría dado por hacer o vivir eso otro… cuando era pequeño». Al verla  a ella crecer y disfrutar con cosas quizás banales, sí, pero al mismo tiempo tan enriquecedoras para la mente y para la forma de enfrentarse al mundo el día de mañana, es fácil sentirse satisfecho y orgulloso. Tendrá que enfrentarse a problemas como todo el mundo, pero ojalá sea capaz de utilizar las herramientas aprendidas en el camino para saber solventarlos y hacerles frente. Para levantarse tantas veces haga falta… Entiéndase, son divagaciones a las que una llega, no por el hecho de disfrutar de un día de nieve (algo positivo), sino por comprobar y aprender de una niña de dos años a adaptarse y sacarle el jugo a cada una de las experiencias que buscas o encuentras en la vida.

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Son ellos, los niños, quienes nos enseñan a valorar cada momento, a ver las cosas como si fuese la primera vez en nuestra vida que estamos frente a ellas. Nos demuestran que todavía somos capaces de sorprendernos, ilusionarnos y entusiasmarnos con la nieve que cubre las hojas, con el canto de los pájaros, con la imagen de un lago helado… Sus ojos se iluminan cuando lanzas una rama al agua congelada y «¡no se hunde, papá!». Entonces llega la explicación y sus correspondientes «porqués», y te maravillas sobre cómo alguien tan pequeño, pero tan grande al mismo tiempo, se hace esas preguntas tan complejas con ese interés por comprender el mundo que le rodea.

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Aprendiendo el porqué de las cosas

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Y sólo espero que nunca pierda ese ansia por saber, por comprender, por entender… que no se conforme nunca con una primera respuesta si no está segura de que es la correcta.

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Ella y su espacio, tan necesario

 

En fin, que me voy del tema. Como decía más arriba, los días ahora son más largos, oscurece más tarde y, a pesar del frío (que no es tanto), empezamos a sacarle partido a las tardes de invierno. Pasear con el paisaje blanco, caminar bajo una nevada que resulta agradable (aunque no tanto cuando vas en bici), patinar sobre hielo o deslizarse con los trineos suelen ser opciones más que viables estos días 🙂

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El trineo rosa ya es una realidad, ahora hay que darle uso…

 

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Los parques ahora parecen infinitos

 

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Para los niños, jugar en el patio del colegio es un gustazo

 

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E ir a una guardería caminando por la nieve también lo es

 

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Incluso aprovechar llegar antes para disfrutar del tobogán

 

De hecho, el patinar sobre hielo es algo que a Vega le gusta y mucho. Lo descubrimos no hace demasiado tiempo. Iniciado el mes de Diciembre ya colocaron algunas pistas de patinajes sobre hielo por la ciudad, con la suerte de que justo debajo de casa nos colocaron una y lo mejor de todo es que, en el kiosko de la Kommune, te prestan los patines así que para aprender es genial. ¿Lo malo? Que hasta que aprenda hay que llevar a la pequeña casi a peso… así que no es una actividad que practiquemos cada tarde…

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Primer acercamiento a los deportes de invierno 😉

 

Un día cualquiera de un mes de invierno en Copenhague. Seguiremos saliendo a la calle y contando y sumando experiencias. La próxima muy, muy pronto.

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Vencer los miedos. ¡Qué a gusto se está en casa!

Esta semana mi entrada en el blog iba a tratar sobre otro tema distinto al que me dispongo a relataros pero… la actualidad manda, ya se sabe, será de formación profesional 😉  Después de seis meses en Copenhague, tras haber perdido y recuperado mi anillo de casada en mitad de un parque, de que me robaran la cartera por primera vez en mi vida y también por vez primera alguien se tomase la molestia de ir hasta mi casa a devolvérmela (después de haberla encontrado quién sabe dónde, sin el efectivo claro, pero con todo lo demás…. ), de perder la llave comunitaria del edificio y encontrarla horas después en el mismo lugar,… ha ocurrido lo que temía desde que llegamos a esta preciosa casa, cuarto piso con un antiquísimo ascensor. Sí, ¡me he quedado encerrada! Sola en un espacio de 1×1 metro aproximadamente. Y menos mal que ha sido sola… 50 minutos que se han hecho muy largos, ¡¡larguísimos!!.

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«¿Hacer fotos en momentos de tensión?» Lo dicho, de formación profesional …

Y es que, pocos lo saben, pero sufro claustrofobia desde que era niña. Incluso aquellos que bien me conocen tal vez no sepan de mi fobia porque siempre he sido de esas personas que prefieren no contar demasiado sobre los miedos personales. Llamadme rara, pero así es. Sin embargo, esta anécdota me hace reconocerlo. Hoy es el momento.

El motivo de este temor o el inicio del mismo no sé exactamente de dónde proviene, así que estará en mi subconsciente. Tan sólo recuerdo una vez, en el edificio de mi abuela, subiendo al noveno piso, quedar encerrada con más gente. Tuvieron que sacarnos… No tengo muchos datos en mi cabeza, quizás era demasiado pequeña pero debe ser que me marcó.

En fin, que los pocos que saben de mi fobia, y cómo he temido siempre a estas máquinas, pueden deducir cómo he pasado estos momentos El caso es que me propuse, al llegar aquí, subir y bajar escaleras a diario, pero con el carrito a veces, la enana la mayoría, y el crecimiento avanzado del nuevo miembro de la familia al que le quedan aproximadamente tres meses y medio para estar entre nosotros… ese propósito de hacer ejercicio subiendo y bajando peldaños pronto pasó a mejor vida («no será para tanto tu fobia», pensarán algunos. Y debe ser cierto, diría yo….)

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Cinco plantas como ésta, dos o tres veces al día, me hizo replantear las cosas en su momento…

El caso es que he conseguido salir del ascensor con mi inglés, hablando con la operadora de la central de ayuda y sin perder los nervios en exceso, y eso que pensaba que no sería capaz.

Lo admito. Me he llegado a marear. Pero he dejado de pensar en mí. Tenía que recoger a Vega de la guarde, y estaban a punto de cerrar. Y también está el pequeño…, así que no, no podía perder los nervios.

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‘Hjaelp’ El milagroso botón

Sólo un vecino ha subido a hablar conmigo, y eso porque lo abordé con «Help meeeeeeeeeeeeeeeee» cuando lo oía salir de casa. El caso es que (de esto me he enterado a posteriori, conste) una de las normas del edificio es esperar a que venga el técnico a sacarte y no molestar al personal. Cosa que me he pasado por alto con mis reiterados grititos de «help me, help me». ¡Qué ridícula me siento ahora! ¡Menos mal que no ha salido nadie! Al fin y al cabo, sólo era un ascensor 😦

Pero, «y si esto en lugar de con seis meses y medio de embarazo me llega a ocurrir a los ocho, o nueve, o…Y si me pusiera de parto??? ¿Y si se cae el ascensor? ¿Y si cierra la guardería y Vega se queda allí sola esperando a que mamá llegue a buscarla?, y si…, y si…, y…» . Pues sí, todas esas tonterías, o no, ha pensado mi cabecita en 50 minutos. Ha sido inevitable. Así que he vuelto a llamar a la central y he presionado hablando de mi estado. Ha surtido efecto 🙂 Diez minutos desde la segunda llamada y ya había un técnico en la puerta que me ha sacado en un santiamén.

Pero lo que sin duda ha conseguido no sacarme de mis casillas en esos 50 minutos ha sido el poder de las nuevas tecnologías. Menos mal que mi móvil tenía cobertura y que pude contactar con Álvaro, que llegó a verme a través de la ventanilla del ascensor y pudo ir corriendo a por la pequeña. Y cómo no, las súper mamás de mi ‘Círculo de Maternidad’ danés que estuvieron al pie del cañón haciéndome pensar en otras cosas, mucho más divertidas, y dando ánimos 🙂 Una vez en casa, al releer la conversación de whatsapp no podía dejar de reír. Porque de cada situación, mala o buena, se saca algo positivo. ¡Gracias chicas!

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¡Qué distinto se ve todo una vez fuera!

Una vez fuera, me despedí rápido del técnico y fui a dar el encuentro a mi pareja preferida 🙂 Eso sí, mientras ellos tienen claro que lo de hacer piernas lo dejan para la bici…

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Yo he decidido plantearme un nuevo propósito para este 2015: volver a las escaleras. ¡A ver cuánto me dura el intento!

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¡Hasta la próxima! Que será pronto 😉

Los colores de Octubre…

El otoño en Copenhague nos está dejando momentos e imágenes para recordar. Por fortuna estamos disfrutando de una semana en la que el cielo blanco nos ha dado una tregua y ha vuelto a lucir el sol. Las temperaturas son bajas y se nota el frío del Norte, pero el tiempo se está portando bien y eso nos anima. ¡Desde luego no es lo mismo salir a la calle cuando brilla el sol que hacerlo bajo un cielo blanco espeso que parece estar a punto de engullirnos en una niebla eterna!, así que con luz es cuando más nos apetece salir porque todo es más cálido, más bonito… o al menos para mí. Pero claro, no podemos limitarnos a parar nuestra rutina cuando el tiempo se tuerce así que haga frío, llueva o truene hay que seguir planeando cosas.

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En cualquier momento las nubes dan paso al sol

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El último fin de semana de octubre hizo malo, mejor dicho… regular, pero decidimos salir a la calle.Teníamos pendiente conocer el ‘mercado de cristal’ que hay junto a la parada de metro de Nørreport. Su nombre es Torvehallerne. Yo había estado desayunando allí una mañana pero Álvaro aún no lo conocía. Es un lugar que nos ha encantado a los dos, de hecho ya hemos repetido. Tiene dos espacios diferenciados, uno dedicado más a repostería y cafés y otro a picar algo con mucho gusto. Además, encuentras pescadería, charcutería con gran variedad de productos -incluidos nuestros jamones- y chocolaterías. La primera vez nos decantamos por comprar unos bocadillos y tomarlos en una de las mesas del exterior. Junto a ellas hay una especie de hogueras que encienden cuando llega el frío de verdad. La pequeña se había quedado dormida en su guarida así que no pudimos pasear por el interior del mercado.

Fachada principal del 'mercado de cristal'
Fachada principal del ‘mercado de cristal’

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Primera visita a Torvehallerne
Primera visita a Torvehallerne

En el centro de la plaza , entre las dos cubiertas de cristal, hay algunos puestos al aire libre donde vuelven a verse los colores del otoño 🙂 Jamás habíamos visto unos pomelos como los que allí encontramos, del tamaño de un melón.

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Puestos variados en el exterior de la plaza
Puestos variados en el exterior de la plaza

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Almendras garrapiñadas y demás manjares. Conozco a alguien que no se podría resistir 🙂
La segunda vez que decidimos tomar algo en Torvehallerne, habíamos llegado al centro caminando después de nuestra clase de Yoga en Familia (clase que terminé practicando sólo yo, padre e hija decidieron que nada de ejercicio esa mañana de domingo).

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Vega se quedó dormida pero esta vez en su cochecito así que aprovechamos para sentarnos en una de las pequeñas tascas con encanto de este lugar. Se llama Le Petit y es francesa. Con unas mesas altas y taburetes, pedimos un plato de quesos variados para dos y el sandwich de la casa. Todo el mundo lo pedía así que no quisimos quedarnos con la curiosidad, y menos mal porque estaba exquisito. Todo acompañado por un Cabernet Sauvignon para Álvaro y agua para mí 😦 Pero fue una magnífica comida. Eso sí, no pudimos evitar acordarnos de la taberna Casa Enrique, en la Acera del Darro, de Granada. ¡Cuántos buenos momentos! Un lugar sin duda mágico al que no podéis dejar de ir siempre que estéis en la ciudad nazarí.¡Y no olvidéis pedir un plato de mojama con tomate natural!.

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Le Petite, gran sitio
Le Petit, gran sitio

Y es que el Otoño está siendo muy bonito. Es estupendo poder disfrutar de cada estación del año – sé que ya lo he dicho en algún post anterior pero es que es la realidad-. Sin ir más lejos, hace unos días, en el jardín trasero de casa, Vega descubrió: “champiñones, mamá”, dijo, y no iba desencaminada 😉 Las setas aparecieron hace ya algunas semanas. La enana se sorprendió, y yo también, siendo honesta. Hasta el momento habíamos visto alguna seta aislada en España, y bastante más entrado el otoño. Nunca esta imagen preciosa…

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La setas aparecieron en el jardín de casa
La setas aparecieron en el jardín de casa

Las hojas de los árboles han cubierto las calles, los parques y las carreteras y cuando sopla el viento es un bonito espectáculo verlas volar, de hecho Vega no se cansa de decir que le encanta el viento porque las hojas caen y su pelo se mueve. Ella es sin duda quien hace aún más especiales estos momentos. Las hojas que aún quedan en las copas de los árboles tienen distintos colores y formas, sería necesario llevar la cámara de fotos encima para no perder detalle.

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Imágenes de un otoño diferente :)
Imágenes de un otoño diferente 🙂

Los pequeños aprenden a diferenciar las estaciones por lo que ven a su alrededor y por cómo se lo explicamos en casa y en la escuela. En la Vuggestue hacen continuamente trabajos manuales. Uno de los más recientes consistía en salir al parque y buscar hojas bonitas para hacer un mural. Este fue el maravilloso resultado de la peque que, orgullosa de su hazaña, me mostró su trabajo colgado en una de las paredes del centro. Allí sigue, y cada mañana nos paramos a verlo.

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Su gran obra de arte. Sólo una de ellas…

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Otra de nuestras salidas, cuando el cielo aún estaba cubierto, fue al Museo Nacional o Nationalmuseet, pero tendremos que repetir porque no pasamos de la zona de museo para niños. Es genial, nos divertimos mucho porque es muy práctico, el niño aprende formando parte de la historia. Hay un barco vikingo en el que la pequeña lo pasó en grande, pueden probarse los ropajes de distintas épocas -tanto pequeños como grandes :)-, jugar en la tahona, subir a caballo, preparar las comidas típicas o pelear espada y escudo en mano.

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Disfrutando como niños, todos, en el Nationalmuseet de Copenhague
Disfrutamos como niños en el Nationalmuseet de Copenhague

Fue una bonita experiencia que, como digo, habrá que repetir. La diversión de la jornada continuó en el exterior del Museo donde los charcos se convirtieron de nuevo en los mejores amigos de Vega.

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Nunca sabes dónde puede estar lo más divertido
Nunca sabes dónde puede estar lo más divertido de la jornada

Y de repente, a la mañana siguiente salió el sol y no tardamos en lanzarnos a la calle. Eso sí, un frío que pela y se hace de noche a las cinco y poco de la tarde. Pero como se trataba de aprovechar el día, nos dirigimos a un lago que tenemos cerca de casa. Allí, a la orilla nos sentamos en un banco y contemplamos las vistas. En mitad de la ciudad encontrar tesoros como éste, ¡es una gozada!. Parece que estás en otro lugar, mucho más lejos, y a tan sólo diez minutos se encuentra tu casa.

Una manta siempre a mano, viene bien ;)
Una manta siempre a mano, viene bien 😉

Pero como tener a Vega sentada contemplando las vistas no es algo que pueda alargarse mucho (y hacía un frío terrible con la brisa que venía del agua), nos dirijimos un poco más adelante en busca de un parque infantil. Y ¡Voilà!, ahí estaba. Éste nos ha gustado mucho, en mitad del campo, un lugar en el que los niños desarrollan habilidades físicas porque el equilibrio es fundamental para poder disfrutar de las cuerdas, columpios y especie de tirolinas que encontramos allí.

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La ruta de los parques infantiles... Algún día en el Blog :)
La ruta de los parques   infantiles. Algún día en el Blog:)

Y cómo cambia el ánimo, amig@s!! Desde entonces llevamos una estupenda semana de solecito, de una luz muy especial, de cafés y paseos conjuntos, de parques por las tardes…Octubre ha finalizado dejándonos un estupendo sabor de boca, y así ha comenzado Noviembre… lanzando buenos deseos al cielo para nuestros seres queridos, en la Noche de los Difuntos.

Parece que el trineo, de momento, tendrá que esperar. Buena semana 🙂