Por un 2017 de sonrisas

Ahora que se acaba el año y que los balances inundan las redes me es imposible no escribir algo. Echar la vista atrás y decir cómo ha sido este 2016 que ya agoniza no me resulta sencillo, será por eso de la memoria selectiva que vamos desarrollando a medida que crecemos para poder seguir adelante (al menos yo he trabajado duro para ello y oye, me da resultado porque al final se trata de eso, de vivir).

Por eso me resulta difícil valorar este año. Supongo que podría decir que no ha estado mal, o que podría haber sido mejor, que pude hacer algo porque fuera diferente…no sé, el caso es que ha sido como ha sido y lo importante es que no podemos quejarnos. 2016 ha sido un año cargado de cambios, de risas, de llantos, de abrazos que reconfortan, de despedidas (hasta luego y algún que otro adiós), de reencuentros, de amistad, de sustos, de nervios, de virus, de crecimiento y aprendizaje, de rabietas, pesadillas y adaptación. Un año en el que las canas empiezan a reclamar su parte de terreno, los 33, la remontada…En 2016 hemos reforzado eso de que hay que dejar pasar para seguir viviendo, doce meses de replanteamientos, de reinvención. Abuelos, primos, tíos, amigos,… Un año de nuevo colegio y nueva guardería, de un nuevo idioma (o viejo conocido).Granada, Monachil, Cádiz, San Fernando, Tarifa, El Palmar, Copenhague, Valby…afortunados nosotros, muy afortunados. Y juntos, porque juntos es mejor.

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En fin, un año bonito, como casi todos y no se me ocurre quejarme, porque no tengo derecho, soy consciente de eso desde siempre y desde la pasada noche un poquito más. Os cuento, anoche como manda la tradición por estos lares la gente no dejaba de lanzar petardos, fuegos artificiales en cualquier punto de la ciudad (y miedo me da esta noche, la Noche Grande). Sería la una y media de la madrugada cuando desde la puerta de nuestro edificio empezó el espectáculo, con sus consiguientes reacciones en casa: sorpresa, enfado, llanto …pero sobre todo miedo. Los niños se despertaron con MIEDO, llamándonos asustados, y tuvimos que consolarlos, explicarles y abrazarlos muy fuerte. Al final, esta noche terminamos colechando (nada nuevo ni nada malo, encantados).

Fue fácil, pero yo no pude retomar el sueño de la misma manera. Tan sólo eran fuegos artificiales y estaban muertos de miedo. Y yo me preguntaba ¿qué sentirán esos niños que viven en mitad de una guerra o esos padres y madres? No sé qué es peor… Pero ese miedo nosotros no podemos sentirlo, quizás por eso no hacemos nada. Quizás por eso hay quien se atreve a juzgar y poner piedras en el camino de aquellos que tienen que abandonarlo todo, en mitad de la noche, con niños asustados a los que poco o nada les importa qué día es hoy.

Y como ‘parece’ que no nos importa porque ‘parece’ que no podemos hacer nada (entiéndase el modo ironía), hoy como cada 31 de diciembre nos tomaremos las uvas y brindaremos porque 2017 sea igual o mejor que éste, porque nos regale salud y muchas horas con aquellos a los que queremos. Y ojo! Yo brindaré y reiré, pero creo que si todos levantamos la voz es posible conseguir algo. Está claro que tenemos el poder de unirnos y pelear por lo que creemos, ejemplos recientes lo demuestran. Y estoy segura de que estamos convencidos de que lo que ocurre en Siria debe acabar ya (entre otros muchos horrores de este mundo nuestro).Seguro que entonces 2017 sí sería mejor que 2016, un año para muchos repletos de tinieblas, de guerra, de sufrimiento, de pasividad,…

Lo que ocurre ahora es historia contemporánea, lo estudiarán nuestros hijos y no sé qué responderemos cuando sus preguntas nos hagan sentir vergüenza. Por eso, nadie sabe qué sorpresas nos deparará 2017 pero sí cómo queremos afrontar nuestra vida.Yo no quiero sentir más vergüenza así que a partir de mañana en esta casa trabajaremos para hacer algo más que levantar la voz de vez en cuando por aquello que no nos parece justo.

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Ellos son el presente y el futuro. Los de aquí y los de allí, todos.

Por lo demás, no aspiro a grandes planes porque luego va la vida y te los cambia (al menos conmigo lo hace a menudo). Pero sí tengo objetivos, claro. Algunos los dejaré para mí pero otros los comparto, así si no los cumplo estáis autorizados a regañarme, y son: intentar ser menos cascarrabias (la edad a mí no me ayuda en eso jeje), trabajar más la paciencia y escribir regularmente en este blog que tengo abandonado. Lo de hacer ejercicio lo convalido por el uso de la bici como medio de transporte 🙂

Que disfrutéis de esta noche y de todas las noches de vuestra vida. Un 2017 cargado de salud para todos :*