Pongamos que hablo de Copenhague

Después de un tiempo alejada del teclado y la pantalla del ordenador, vuelvo con ganas de sentarme a escribir. Las ideas y temas se agolpan en mi cabeza y a veces es difícil poner orden en ellas, por eso mejor tomar distancia. Pero por el momento, vuelven a estar organizadas. A veces basta una sensación para despertar.

Y es que hay olores, colores o símbolos que, instintivamente y de forma inmediata, asociamos a determinadas personas. Lo mismo le ocurre a los lugares que nos han marcado en nuestra vida. A nadie se le escapa que hay ciudades reconocibles únicamente por las imágenes de sus monumentos, instantáneas que han dado la vuelta al mundo y que nos hacen sentir que conocemos el lugar en cuestión sin ni siquiera haber pisado su suelo. Sabemos pues que se trata de París por una foto de la Torre Eiffel, nos sentiremos en Sevilla si vemos una imagen de la Giralda, de la misma forma que la Puerta de Alcalá nos traslada hasta Madrid, y así un largo etcétera …

Sin embargo, al margen de lo evidente, cada uno de nosotros relacionará los lugares que nos resultan importantes a partir de una serie de símbolos. Por eso, Copenhague, para mí, siempre será mucho más que la típica foto del puerto de Nyhavn o las cientos de bicicletas “aparcadas” en cualquiera de los parkings habilitados para ellas.

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Puerto de Nyhavn
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Señal de carril destinado a las bicicletas

Copenhague se ha ganado a pulso el convertirse en lo más parecido a ‘El País de Nunca Jamás’, ése con el que siempre había soñado y ya daba por perdido. Un mundo pensado y creado para los niños . Sin duda, eso es lo primero a destacar en mi lista de imprescindibles de esta tierra nórdica. Todo dedicado a que los pequeños de la familia sientan que son uno más, incluidos en un sistema menos burocrático y distante que ése al que estamos acostumbrados, importantes en cada decisión que éste debe tomar, con sus necesidades cubiertas y sus prioridades tenidas en cuenta.

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Nada de llevarlos en nuestro carrito de la compra
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Que ellos también participen!

Un niño debe ser feliz y vivir su infancia con plenitud. Tal vez, empezando por su tiempo de juego y experimentación, y he aquí donde podríamos destacar algo tan básico como los columpios que encontramos en los espacios de recreo… ¡Ojalá mi generación (así como las anteriores y posteriores) hubiéramos podido disfrutar de columpios y actividades como las que están a disposición de los niños en cualquier lugar de Copenhague (extensible a toda Dinamarca). Todo pensado para el desarrollo adecuado de sus habilidades.

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Parque ubicado en el recinto de la Fábrica de Carlsberg
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Obstáculos que deben sortear, de árbol en árbol
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Poner a prueba sus habilidades y hacer que mejoren día a día…
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Bicicletas gratis en los parques, a disposición de todos

 

 

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Y un paquete de juguetes que la Comunidad de cada edificio adquiere para sus residentes más exigentes

 

Y es que no sólo se trata de subirse a un columpio y dejar que les paseen, ¡ni de lejos! Trepar, escalar, construir torres con piezas gigantes de Lego, areneros en los que mancharse sin miedo, casitas en los árboles …y un sinfín más de opciones que hacen de los parques infantiles espacios en los que la imaginación, el aprendizaje y la aventura están muy presentes.

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Mancharse es obligatorio para experimentar en condiciones

 

 

 

Bueno, y no debemos pasar por alto algo básico y, como se diría en mi tierra, “de cajón”: se trata de áreas equipadas con baños públicos para que todos aquellos que se encuentren disfrutando en el parque, tanto niños como mayores, puedan hacer uso de los mismos.

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Al fondo, el servicio

 

No es algo tan difícil, digo yo. Ganamos todos, las personas y por supuesto las zonas de recreo. Sin embargo, aún no he visto un parque público en nuestro país que disponga de este servicio. ¡Miento! hace unos días vi uno  pero estaba cerrado con llave y no había nadie encargado de facilitarla. Así que no diré dónde está el parque en cuestión, porque para tal caso es como el que «tiene un tío en Graná, que ni tiene tío ni tiene na». Y qué decir de los  establecimientos, prácticamente todos, que dedican un espacio para el juego infantil…

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Restaurantes y establecimientos que también piensan en ellos

Es similar a lo que ocurre con los cambiadores de pañales en los bares o restaurantes. En España (a excepción de algunos lugares privados que ya incorporan sala de lactancia a la que pueden entrar padres y madres), por norma, los cambiadores se encuentran en el baño femenino, dando por hecho que es la mujer quien debe encargarse de dicha tarea. Y no pasa nada, las madres lo hacemos gustosas, pero no por imposición, o al menos no debería ser así. ¿Qué ocurre si el papá se encuentra solo con el bebé? ¿Puede entrar en el baño femenino para hacer uso de este servicio al que el niño tiene derecho?… Podría intentarlo, pero seguramente, como poco, le mirarían raro. En Dinamarca esto no ocurre. Los baños, separados o mixtos, cuentan con la opción de cambiador tanto para la compañía femenina como la masculina. Cositas básicas, de nuevo “de cajón”, que no llego a comprender por qué no incorporamos. Y no se trata de copiar, sino de lógica. ¿De verdad a ningún responsable de este tipo de asuntos se le ha ocurrido?

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Papel y lápices para ellos en cualquier lugar que se visita
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Escalar y poner a prueba la fuerza

 

O por ejemplo, otro asunto relacionado con el tema en el que no se tiene en cuenta el bienestar de los niños. Hablo del hecho de instalar la zona de juegos infantiles a pleno sol (me refiero al caso de Andalucía, donde aprieta el calor durante gran parte del año). Tenemos parques con árboles y sombra, pero reservan un espacio en el centro para los dichosos columpios, que además no son de madera sino de plástico o metal, y ya sabemos lo que ocurre… se calientan con el sol y queman. ¿Consecuencia? Reducimos las horas en las que se puede disfrutar de los parques, que se mantienen vacíos la mayor parte del día.

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Una casita en el árbol, el sueño de todos

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Evidentemente no podemos hacer nada contra la naturaleza, ni se me ocurre. Dinamarca tiene árboles frondosos y sombra, nubes, a veces sol que da calorcito pero no quema, por lo general.

JpegNosotros tenemos un clima envidiable, y a mí me encanta, pero teniéndolo en cuenta no vendría mal pensarse mejor dónde colocar los parques o instalarles unos toldos o parras que den sombra… En fin, lo que se hace en el casco histórico de la mayoría de las ciudades andaluzas cuando va llegando el buen tiempo.

Como decía, Copenhague es una ciudad pensada y creada para los niños. Podemos ver una zona infantil allá donde vayamos. Bibliotecas, museos , restaurantes …Espacios públicos y privados, no importa cuál sea su naturaleza, el caso es que todos piensan en ellos, los pequeños, y en nosotros, los papás. Como debe ser.

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Zona de escalada en el Experimentarium City
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Y toboganes también los aeropuertos, para que la espera sea más llevadera

 

De hecho, es la única forma de hacer que las cosas funcionen, que los niños se interesen por la cultura, que podamos disfrutar en familia de una visita a lugares de interés histórico, introducirles en la vida cotidiana, acercarles al arte, la naturaleza, la literatura y la lectura, etcétera… y hacerlo de una forma divertida. Además de como padres, como adultos, no renunciar a nuestros intereses y hobbies, sino todo lo contrario: poder compartirlos y disfrutarlos en familia.

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Organización continua de actividades para ellos
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Y los museos totalmente prácticos

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Y lo mejor de todo, “Un Mundo para Niños” porque permite a los padres tener TIEMPO, el valor más preciado. TIEMPO para dedicar a los menores, a la crianza, a la familia. TIEMPO para disfrutarlos y crecer con ellos, no sólo verlos crecer a ratos. TIEMPO para compartir aficiones, resolver conflictos y aprender unos de otros. TIEMPO para la felicidad.

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Porque gestionar el día a día con familia y trabajo nunca fue tan sencillo…

Evidentemente hay muchas cosas en las que Dinamarca aún tiene que avanzar o mejorar pero, sin duda, el tema de la infancia y la conciliación familiar no es uno de ellos. Y cuando tienes hijos, qué duda cabe de que ésa es la prioridad absoluta.