El otoño en Copenhague nos está dejando momentos e imágenes para recordar. Por fortuna estamos disfrutando de una semana en la que el cielo blanco nos ha dado una tregua y ha vuelto a lucir el sol. Las temperaturas son bajas y se nota el frío del Norte, pero el tiempo se está portando bien y eso nos anima. ¡Desde luego no es lo mismo salir a la calle cuando brilla el sol que hacerlo bajo un cielo blanco espeso que parece estar a punto de engullirnos en una niebla eterna!, así que con luz es cuando más nos apetece salir porque todo es más cálido, más bonito… o al menos para mí. Pero claro, no podemos limitarnos a parar nuestra rutina cuando el tiempo se tuerce así que haga frío, llueva o truene hay que seguir planeando cosas.
El último fin de semana de octubre hizo malo, mejor dicho… regular, pero decidimos salir a la calle.Teníamos pendiente conocer el ‘mercado de cristal’ que hay junto a la parada de metro de Nørreport. Su nombre es Torvehallerne. Yo había estado desayunando allí una mañana pero Álvaro aún no lo conocía. Es un lugar que nos ha encantado a los dos, de hecho ya hemos repetido. Tiene dos espacios diferenciados, uno dedicado más a repostería y cafés y otro a picar algo con mucho gusto. Además, encuentras pescadería, charcutería con gran variedad de productos -incluidos nuestros jamones- y chocolaterías. La primera vez nos decantamos por comprar unos bocadillos y tomarlos en una de las mesas del exterior. Junto a ellas hay una especie de hogueras que encienden cuando llega el frío de verdad. La pequeña se había quedado dormida en su guarida así que no pudimos pasear por el interior del mercado.
En el centro de la plaza , entre las dos cubiertas de cristal, hay algunos puestos al aire libre donde vuelven a verse los colores del otoño 🙂 Jamás habíamos visto unos pomelos como los que allí encontramos, del tamaño de un melón.
La segunda vez que decidimos tomar algo en Torvehallerne, habíamos llegado al centro caminando después de nuestra clase de Yoga en Familia (clase que terminé practicando sólo yo, padre e hija decidieron que nada de ejercicio esa mañana de domingo).
Vega se quedó dormida pero esta vez en su cochecito así que aprovechamos para sentarnos en una de las pequeñas tascas con encanto de este lugar. Se llama Le Petit y es francesa. Con unas mesas altas y taburetes, pedimos un plato de quesos variados para dos y el sandwich de la casa. Todo el mundo lo pedía así que no quisimos quedarnos con la curiosidad, y menos mal porque estaba exquisito. Todo acompañado por un Cabernet Sauvignon para Álvaro y agua para mí 😦 Pero fue una magnífica comida. Eso sí, no pudimos evitar acordarnos de la taberna Casa Enrique, en la Acera del Darro, de Granada. ¡Cuántos buenos momentos! Un lugar sin duda mágico al que no podéis dejar de ir siempre que estéis en la ciudad nazarí.¡Y no olvidéis pedir un plato de mojama con tomate natural!.
Y es que el Otoño está siendo muy bonito. Es estupendo poder disfrutar de cada estación del año – sé que ya lo he dicho en algún post anterior pero es que es la realidad-. Sin ir más lejos, hace unos días, en el jardín trasero de casa, Vega descubrió: “champiñones, mamá”, dijo, y no iba desencaminada 😉 Las setas aparecieron hace ya algunas semanas. La enana se sorprendió, y yo también, siendo honesta. Hasta el momento habíamos visto alguna seta aislada en España, y bastante más entrado el otoño. Nunca esta imagen preciosa…
Las hojas de los árboles han cubierto las calles, los parques y las carreteras y cuando sopla el viento es un bonito espectáculo verlas volar, de hecho Vega no se cansa de decir que le encanta el viento porque las hojas caen y su pelo se mueve. Ella es sin duda quien hace aún más especiales estos momentos. Las hojas que aún quedan en las copas de los árboles tienen distintos colores y formas, sería necesario llevar la cámara de fotos encima para no perder detalle.
Los pequeños aprenden a diferenciar las estaciones por lo que ven a su alrededor y por cómo se lo explicamos en casa y en la escuela. En la Vuggestue hacen continuamente trabajos manuales. Uno de los más recientes consistía en salir al parque y buscar hojas bonitas para hacer un mural. Este fue el maravilloso resultado de la peque que, orgullosa de su hazaña, me mostró su trabajo colgado en una de las paredes del centro. Allí sigue, y cada mañana nos paramos a verlo.
Otra de nuestras salidas, cuando el cielo aún estaba cubierto, fue al Museo Nacional o Nationalmuseet, pero tendremos que repetir porque no pasamos de la zona de museo para niños. Es genial, nos divertimos mucho porque es muy práctico, el niño aprende formando parte de la historia. Hay un barco vikingo en el que la pequeña lo pasó en grande, pueden probarse los ropajes de distintas épocas -tanto pequeños como grandes :)-, jugar en la tahona, subir a caballo, preparar las comidas típicas o pelear espada y escudo en mano.
Fue una bonita experiencia que, como digo, habrá que repetir. La diversión de la jornada continuó en el exterior del Museo donde los charcos se convirtieron de nuevo en los mejores amigos de Vega.
Y de repente, a la mañana siguiente salió el sol y no tardamos en lanzarnos a la calle. Eso sí, un frío que pela y se hace de noche a las cinco y poco de la tarde. Pero como se trataba de aprovechar el día, nos dirigimos a un lago que tenemos cerca de casa. Allí, a la orilla nos sentamos en un banco y contemplamos las vistas. En mitad de la ciudad encontrar tesoros como éste, ¡es una gozada!. Parece que estás en otro lugar, mucho más lejos, y a tan sólo diez minutos se encuentra tu casa.
Pero como tener a Vega sentada contemplando las vistas no es algo que pueda alargarse mucho (y hacía un frío terrible con la brisa que venía del agua), nos dirijimos un poco más adelante en busca de un parque infantil. Y ¡Voilà!, ahí estaba. Éste nos ha gustado mucho, en mitad del campo, un lugar en el que los niños desarrollan habilidades físicas porque el equilibrio es fundamental para poder disfrutar de las cuerdas, columpios y especie de tirolinas que encontramos allí.
Y cómo cambia el ánimo, amig@s!! Desde entonces llevamos una estupenda semana de solecito, de una luz muy especial, de cafés y paseos conjuntos, de parques por las tardes…Octubre ha finalizado dejándonos un estupendo sabor de boca, y así ha comenzado Noviembre… lanzando buenos deseos al cielo para nuestros seres queridos, en la Noche de los Difuntos.
Parece que el trineo, de momento, tendrá que esperar. Buena semana 🙂
Alba lo relatas tan bien que pareces que estamos hay viviéndolo con ustedes ,la verdad que los parques son una preciosidad y el mercado me encanto pero lo que mas me gusto fue Vega con sus botitas amarillas Besitos preciosa
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me encanta que te guste, Chani! Sin duda, Vega es lo mejor de todo esto y de cualquier otra cosa 🙂
Me gustaMe gusta
Precioso, Alba, como todo lo que escribes. Vega está preciosa. Os deseo lo mejor para esta gran aventura que habéis iniciado. Seguro que os va a salir fantástica. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, Maribel! Intentamos disfrutar de la experiencia y aprender de la vida. Nos queda tanto…Abrazos!
Me gustaMe gusta
Oooh! Muchas gracias por estos ratos, Albita. A falta de teneros cerca, esto es un regalo que no te puedes imaginar lo valioso que es. Gracias por compartirlos!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegra tanto que os haga sentir cerca, Milano! Esa es la idea, acortar las distancias 🙂
Me gustaMe gusta
IMPRESIONANTE. ESCRIBES MARAVILLOSAMENTE BIEN. TODO LO QUE CUENTA ES DIVINO DE LEER.Y VER LAS IMAGINES UNA GOZADA. DESEANDO LEER SIGUIENTE CAPITULO.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es difícil transmitir con palabras lo que uno siente y describir exactamente lo que ves. En vivo y en directo es mejor… Hay que comprobarlo in situ 😉
Me gustaMe gusta